La miel es uno de los productos más naturales que pueden existir. Sus productoras son las abejas y estos seres tienen amenazada su existencia por diversas causas. Los científicos, desde hace tiempo, concretamente unos veinte años, que lo investigan. Su mortalidad se ha disparado y algunas colonias han disminuido su tamaño, quedándose reducido prácticamente a la mitad. Todo ello repercute directamente sobre la flora y la producción de alimentos.
Estos pequeños insectos producen este oro líquido que aporta un montón de nutrientes imprescindibles para el ser humano: azúcares, ácidos grasos (fosfórico, láctico), vitaminas (C, B1, B2 y B3), ácido fólico, calcio, fósforo, magnesio, silicio, hierro, manganeso, aminoácidos esenciales, …. Debido a los nutrientes de los que está compuesta, lo hace imprescindible tanto para los niños en edad de crecimiento como para deportistas o personas mayores. Asimismo, sus beneficios se dejan sentir tanto en la piel como en las gargantas irritadas.
¿Es la miel que consumimos de calidad?
Nos hacemos una pregunta muy simple: ¿es miel de calidad todo lo que consumimos hoy? La respuesta, no lo es tanto. Podríamos afirmar, sin lugar a dudas, que todo lo que se vende no es miel de calidad. Vaughn Bryant, profesor de la Universidad de Texas, ha realizado una investigación en la que indica que, un porcentaje muy elevado de las mieles analizadas, han sido ultrafiltradas. En este proceso, la miel pierde la mayor parte de las vitaminas, aminoácidos y minerales. Esta es la causa que produce una reducción drástica de sus cualidades antibacterianas, antivirales y antifúngicas. Además, algunas mieles analizadas contenían un alto contenido en metales pesados y antibióticos (cloranfenicol). Estas cantidades aunque significativas, no eran peligrosas para la salud de los consumidores.
¿Cómo podemos distinguir la miel auténtica de la falsa?
Distinguir una miel de calidad de otra que no lo es, no es tan complicado como se podría pensar a primera vista. Así, es necesario tener en cuenta las siguientes cosas:
– Si ponemos una gota de miel sobre el pulgar y se cae hacia un lado o hacia otro, dicha miel no es pura. La miel es pura si no se desliza ni a un lado ni a otro.
– Otra forma de ver si la miel, que hemos adquirido, es pura tendrás que proceder de la siguiente forma: en un vaso de agua echa una cucharada de miel. Si la cucharada se disuelve, esa miel no es pura. Por el contrario, si no se disuelve y se va al fondo, es pura
– Además de lo dicho anteriormente, la miel es pura si, una vez abierto el tarro y dejándolo tiempo, se cristaliza. Sin embargo, si la miel, en idénticas circunstancias, no sobre ninguna variación, no es pura.
¿Cuánta miel se consume?
España es, junto con Rumanía y Hungría, uno de los mayores exportadores de miel, a nivel europeo. En el año 2.016, las empresas españolas exportamos un total de 29.010 toneladas. Las 2.000 toneladas restantes se destinaron a consumo interno. Así, cada español consume unos 700 gramos de media. Aunque parezca poco, a esas 2.000 toneladas, se suman otras 32.000 toneladas que vienen principalmente de China (80%), México (5%) y Ucrania (4%). Pero, se nos ocurre una pregunta, ¿es de la misma calidad la miel que producimos que la que importamos?
La Comisión Europea ha analizado muestras de las mieles que importamos y han descubierto que no están a la altura de las nacionales. Concluyó lo siguiente: “un 20% de las muestras tomadas en las fronteras exteriores de la Unión y en las instalaciones de los importadores no cumplían los criterios de composición o los procedimientos de producción de la miel establecidos en la Directiva (2001/110/CE) y un 14% de las muestras contenían azúcar añadido”.
Los apicultores han indicado que las mieles son adulteradas con azúcar de caña o maíz exógeno. Estas dos sustancias no son perjudiciales para la salud pero, obviamente, esto es un fraude alimenticio.